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Mucuposada El Hato, al amanecer |
La luz del amanecer es propicia para algunas fotos
antes de desayunar, aprovechamos para ir a la loma cercana y tomar una
foto de la posada con la luz del sol naciente, que a su ve deja entrever
su enclave casi solitario en esta región rodeada de montañas y más
montañas. Recordando que en este punto no hay luz y casi no llega la
señal de teléfono es un lugar para abstraerse de todo y dejarse llevar
por la naturaleza. Hay que ver también que estar allí depende del
autosustento, por lo que debemos reconocer el la labor de los
campesinos, que deben trabajar la tierra y aprovechar lo que nos ofrece
la naturaleza para procurarse parte de su sustento.
Con
la "barriguita y corazón contento" tras desayunar, nos disponemos
nuevamente para la travesía. Atravesamos el río donde nos bañamos el día
anterior y también cruzamos el primer puente de madera de nuestro
camino, lo que nos hace recordar el carácter histórico de la ruta.
Cruzando ese puente estábamos pasando los límites entre el estado
Barinas y el estado Mérida. ¿qué peculiar forma de cruzar estados no?.
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Con nuestros anfitriones de la Posada El Hato |
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Cruzando nuestro primer puente |
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Paisaje saliendo de la mucuposada El Hato |
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Hora de montar a caballo |
A
diferencia del día anterior, una parte del camino es en bajada, hasta
que llegamos a la casa de uno de los guías para hacer una parada de
descanso. Apreciamos alguos elementos que nos recuerdan la faena del
campo, tales como máquinas para el procesamiento del cafe. Recuperamos
energías y seguimos adelante; hacemos otra parada
y los guías preparan un refrigerio, consistente en pan pita con
atún, que disfrutamos en medio del
bosque, con un telón de hojas caidas como alfombra jaja, apenas
terminamos y seguimos caminando, ya que como dice el dicho"Indio comido,
indio ido".
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Molienda de cafe |
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Molienda |
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Burro, caballo y mula en familia. |
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Hora del refrigerio |
El camino nos lleva por nuevos cruces de puentes,
algunos de ellos consistentes en apenas tablas unidas con cuerdas y
guayas, que se remecen con nuestros pasos. A pesar de su aspecto endeble
son capaces de resisitir el paso nosotros y los animales, aunque no se
puede ocultar que uno pasa con algo de susto ja. Esta parte del camino
es bien agradable porque vamos siempre entre bosque. Tras atravesar un
último puente sobre un río con grandes piedras y caminar un rato más,
hemos de llegar a nuestro destino del día, el pueblo de El Carrizal.
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Paso por puente colgante |
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Iglesia de El Carrizal |
El pueblo de El Carrizal es una reminiscencia de tiempos mejores; en
su momento llegó a estar poblada por alrededor de 60 familias que vivían
de la actividad agrícola, principalmente del cultivo de café. No
obstante, por las dificultades en la accesibilidad y la caída de los
precios del café fue obligando a que las familias abandonaran el pueblo
progresivamente hacia pueblos más grandes como Mucuchíes. Según nos
cuenta la familia Guerrero, la única que permanece en la zona, en
Carrizal se hacían unas celebraciones que reunía a gran cantidad de
personas de los poblados cercanos. En la actualidad, se puede observar
todavía la iglesia, la escuela y algunas casas de pie, pero de no ser
por nosotros y la familia que habita el lugar definitivamente sería un
pueblo fantasma. El señor Alirio Guerrero, al que conocimos en Barinas,
aún tiene la esperanza de poder volver a esta tierra donde forjó a su
familia, ya que él en lo particular no se acostumbró a vivir fuera de
allí. Es una historia bien conmovedora y muy posiblemente encuentre eco
en otras pequeñas poblaciones de Venezuela que vivían de la actividad
agrícola.
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Plaza del pueblo de El Carrizal |
La mucuposada de El Carrizal es la casa de la familia Guerrero, en la que vivía el señor Mario y se criarion sus hijos. Tiene
dos habitaciones, con una capacidad para 10 personas. Hay un pequeño
patio en frente, y la vista desde allí es una colina donde se
encontraban pastando unas pocas vacas. En nuestra habitación había tres
literas y el baño se ubicaba hacia la parte posterior. Tan pronto
llegamos pregunto si tienen "pega loca" o algo similar para reparar mi
zapato; afortunadamente sí tenían y uno de los guías se ofreció a
coserlo para que aguantara un poco más. Tenía que
remediar con algo, ya que nos venía la parte más exigente de la ruta.
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Mucuposada en El Carrizal |
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Habitación de mucuposada El Carrizal |
En la casa también se encontraba Dayana,
una de las hijas del señor Alirio, que se desplazó desde Barinas para
ayudar con la logística en la mucuposada. Mientras ella preparaba la
cena conversamos un poco. Pudimos apreciar que la cocina tenía un fogón
de leña y sus paredes tenían ese color oscuro por el hollín. En la parte
superior de la cocina tenían un queso, que con ese calor se convierte
en lo que denominamos queso ahumado, muy tradicional en la región. En
las paredes de la casa tienen algunas fotos de la familia que rememoran
viejos tiempos. Por otro lado, disponen de teléfono, con lo que fue
posible reportarnos en nuestras casas y cuadrar algunos detalles para el
final del recorrido. En mi caso, por ejemplo, yo pensaba retornar a
Caracas el mismo día que llegara de la excursión pero no sería posible,
por lo que aproveche para solicitar a la agencia que organizó el paseo
que me realizara una reservación en el hotel donde se hospedaba uno de
los compañeros. Asimismo, esta mucuposada tenía una celda de energía
solar que si funcionaba, con lo que aprovechamos para cargar un poco las
baterías.
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Cocina de la mucuposada |
En ese ínterin, el compañero polaco y yo nos
dirigimos al río para tomarnos un baño. Yo pensaba que estando en un
sitio así, tan natural, como no íbamos a aprovechar a darnos un chapuzón
Casi que me arrepiento, porque si el agua del día anterior estaba en la
nevera, ésta estaba en el congelador jaja...qué fria estaba esa agua!!
pero ya estábamos ahí y no había vuelta atrás jaja. Lo impresionante de
la locación son las piedras enormes que se ubican en el cauce del río y
que deben haberse desprendido de la montaña o algo así, aunque podrían
cubirirse en temporada de lluvía. Creo que se necesitaría la fuerza de
Hullk o Superman para mover algo así, bien impresionante la escena.
Terminado el baño volvemos a la posada, reposamos un rato y luego
tomamos la cena. Tras una conversa amena nos retiramos temprano para
dormir. Ya nos adelantaron que la travesía del día siguiente sería la
más exigente porque es en ascenso todo el tiempo, y yo con mis zapatos a
media maquina, menos mal que se pudieron reparar en el lugar!
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Río en El Carrizal, haciendo fuerza para posar debido a lo frío del agua. |
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Impresionantes piedras en el lecho del río, llegan a cubrirse en temporada de lluvia |
Los ínivtamos para que nos sigan acompañando en esta
aventura por los andes venezolanos, que aún nos queda algo para contar y
mostrar.
Continúa en
CUARTO DÍA
William
Julio 2014
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