TERCER DÍA: De Mucuposada San José a El Carrizal
Recorrido: 11,6 km, desde los 1.400 msnm a los 1.500 msnm

Mucuposada El Hato
Mucuposada El Hato, al amanecer             
La luz del amanecer es propicia para algunas fotos antes de desayunar, aprovechamos para ir a la loma cercana y tomar una foto de la posada con la luz del sol naciente, que a su ve deja entrever su enclave casi solitario en esta región rodeada de montañas y más montañas. Recordando que en este punto no hay luz y casi no llega la señal de teléfono es un lugar para abstraerse de todo y dejarse llevar por la naturaleza. Hay que ver también que estar allí depende del autosustento, por lo que debemos reconocer el la labor de los campesinos, que deben trabajar la tierra y aprovechar lo que nos ofrece la naturaleza para procurarse parte de su sustento.

 Con la "barriguita y corazón contento" tras desayunar, nos disponemos nuevamente para la travesía. Atravesamos el río donde nos bañamos el día anterior y también cruzamos el primer puente de madera de nuestro camino, lo que nos hace recordar el carácter histórico de la ruta. Cruzando ese puente estábamos pasando los límites entre el estado Barinas y el estado Mérida. ¿qué peculiar forma de cruzar estados no?.


Con nuestros anfitriones de la Posada El Hato

Cruzando nuestro primer puente

Paisaje saliendo de la mucuposada El Hato

Hora de montar a caballo
A diferencia del día anterior, una parte del camino es en bajada, hasta que llegamos a la casa de uno de los guías para hacer una parada de descanso. Apreciamos alguos elementos que nos recuerdan la faena del campo, tales como máquinas para el procesamiento del cafe. Recuperamos energías y seguimos adelante;  hacemos otra parada y los guías preparan un refrigerio, consistente en pan pita con atún, que disfrutamos en medio del bosque, con un telón de hojas caidas como alfombra jaja, apenas terminamos y seguimos caminando, ya que como dice el dicho"Indio comido, indio ido". 


Molienda de cafe

Molienda


Burro, caballo y mula en familia.

Hora del refrigerio
 El camino nos lleva por nuevos cruces de puentes, algunos de ellos consistentes en apenas tablas unidas con cuerdas y guayas, que se remecen con nuestros pasos. A pesar de su aspecto endeble son capaces de resisitir el paso nosotros y los animales, aunque no se puede ocultar que uno pasa con algo de susto ja. Esta parte del camino es bien agradable porque vamos siempre entre bosque. Tras atravesar un último puente sobre un río con grandes piedras y caminar un rato más, hemos de llegar a nuestro destino del día, el pueblo de El Carrizal.

Paso por puente colgante


Iglesia de El Carrizal
El pueblo de El Carrizal es una reminiscencia de tiempos mejores; en su momento llegó a estar poblada por alrededor de 60 familias que vivían de la actividad agrícola, principalmente del cultivo de café. No obstante, por las dificultades en la accesibilidad y la caída de los precios del café fue obligando a que las familias abandonaran el pueblo progresivamente hacia pueblos más grandes como Mucuchíes. Según nos cuenta la familia Guerrero, la única que permanece en la zona, en Carrizal se hacían unas celebraciones que reunía a gran cantidad de personas de los poblados cercanos. En la actualidad, se puede observar todavía la iglesia, la escuela y algunas casas de pie, pero de no ser por nosotros y la familia que habita el lugar definitivamente sería un pueblo fantasma. El señor Alirio Guerrero, al que conocimos en Barinas, aún tiene la esperanza de poder volver a esta tierra donde forjó a su familia, ya que él en lo particular no se acostumbró a vivir fuera de allí. Es una historia bien conmovedora y muy posiblemente encuentre eco en otras pequeñas poblaciones de Venezuela que vivían de la actividad agrícola.


Plaza del pueblo de El Carrizal
La mucuposada de El Carrizal es la casa de la familia Guerrero, en la que vivía el señor Mario y se criarion sus hijos. Tiene dos habitaciones, con una capacidad para 10 personas. Hay un pequeño patio en frente, y la vista desde allí es una colina donde se encontraban pastando unas pocas vacas. En nuestra habitación había tres literas y el baño se ubicaba hacia la parte posterior. Tan pronto llegamos pregunto si tienen "pega loca" o algo similar para reparar mi zapato; afortunadamente sí tenían y uno de los guías se ofreció a coserlo para que aguantara un poco más. Tenía que remediar con algo, ya que nos venía la parte más exigente de la ruta.

Mucuposada en El Carrizal



Habitación de mucuposada El Carrizal

En la casa también se encontraba Dayana, una de las hijas del señor Alirio, que se desplazó desde Barinas para ayudar con la logística en la mucuposada. Mientras ella preparaba la cena conversamos un poco. Pudimos apreciar que la cocina tenía un fogón de leña y sus paredes tenían ese color oscuro por el hollín. En la parte superior de la cocina tenían un queso, que con ese calor se convierte en lo que denominamos queso ahumado, muy tradicional en la región. En las paredes de la casa tienen algunas fotos de la familia que rememoran viejos tiempos. Por otro lado, disponen de teléfono, con lo que fue posible reportarnos en nuestras casas y cuadrar algunos detalles para el final del recorrido. En mi caso, por ejemplo, yo pensaba retornar a Caracas el mismo día que llegara de la excursión pero no sería posible, por lo que aproveche para solicitar a la agencia que organizó el paseo que me realizara una reservación en el hotel donde se hospedaba uno de los compañeros. Asimismo, esta mucuposada tenía una celda de energía solar que si funcionaba, con lo que aprovechamos para cargar un poco las baterías.
Cocina de la mucuposada
En ese ínterin, el compañero polaco y yo nos dirigimos al río para tomarnos un baño. Yo pensaba que estando en un sitio así, tan natural, como no íbamos a aprovechar a darnos un chapuzón Casi que me arrepiento, porque si el agua del día anterior estaba en la nevera, ésta estaba en el congelador jaja...qué fria estaba esa agua!! pero ya estábamos ahí y no había vuelta atrás jaja. Lo impresionante de la locación son las piedras enormes que se ubican en el cauce del río y que deben haberse desprendido de la montaña o algo así, aunque podrían cubirirse en temporada de lluvía. Creo que se necesitaría la fuerza de Hullk o Superman para mover algo así, bien impresionante la escena. Terminado el baño volvemos a la posada, reposamos un rato y luego tomamos la cena. Tras una conversa amena nos retiramos temprano para dormir. Ya nos adelantaron que la travesía del día siguiente sería la más exigente porque es en ascenso todo el tiempo, y yo con mis zapatos a media maquina, menos mal que se pudieron reparar en el lugar!
Río en El Carrizal, haciendo fuerza para posar debido a lo frío del agua.

Impresionantes piedras en el lecho del río, llegan a cubrirse en temporada de lluvia
Los ínivtamos para que nos sigan acompañando en esta aventura por los andes venezolanos, que aún nos queda algo para contar y mostrar.

Continúa en CUARTO DÍA

William
Julio 2014

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