Imponente escenario, me sentía como los Libertadores en el cruce de los andes


CUARTO DÍA: El Carrizal a Páramos de los Colorados-Campamento de los Morritos
Recorrido: 12,9 km, desde los 1.500 msnm a los 3.300 msnm

Se venía el día más exigente de la ruta. Desayunamos con huevo revuelto, arepita y queso. Nuevamente se preparan las mulas con el equipaje; ahora incluyen unas carpas porque esa noche acamparíamos en el páramo. Nos tomamos la foto del grupo respectiva y partimos. Se puede observar que el camino fue acondicionado recientemente, porque se nota que han recortado vegetación, lo cual nos confirma el guía, que nos dice que pasaron varios días en esa labor pernoctando en casuchas improvisadas a lo largo del camino. Precisamente, en años anteriores, en una de estas jornadas de acondicionamiento en años de la ruta es que tuvo el accidente el papa de Richard, ya que le cayó una piedra de tamaño considerable encima. La ruta es angosta, con la montaña a un lado y desfiladero por el otro, lo cual se hace más patente cuando pasamos cerca del río.

Saliendo de la mucuposada Carizal

En los días anteriores yo pasaba más tiempo a pie que a caballo, pero ahora la ocasión ameritaba el apoyo de los amigos cuadrúpedos. Vale reconocer que las mulas son unas maestras en los caminos de montaña, considerando que los caminos tienen superficies irregulares y con muchas piedras. Yo que no acostumbro a montar caballo, le tengo cierto respeto, constituyo toda una experiencia realizar parte de la ruta de esta manera. Hubo momentos que hasta me sentí como en los parques de diversiones, cuando las mulas debían pasar de una zona a otra mas elevada, pero nada, adelante es pa'llá y lo importante era confiar en que ellas sabían hacer su trabajo. Solamente hubo un percance con un compañero que se cayó de la mula y se llegó a golpear, pero afortunadamente no pasó a mayores y seguimos la ruta. Ya en una parte del recorrido la ruta se despeja en una bajada para reflejarnos una hermosa caída de agua y frente a ella un puente de madera, algo precario a decir verdad. Parecía que si se montaba un caballo más se desprendía, que susto!. De todas maneras pasamos con precaución y seguimos el ascenso.

Con las mulas, las maestras de los caminos de recuas

En uno de los varios cruces de río, ya en la alta montaña

Puente colgante, una mula más y parece que se caería 

Al llegar a las adyacencias de otro puente hacemos una parada para comer, el menú: pan pita con atún y chicha. Ya antes de llegar a este punto ya se hacía notar el cambio en la temperatura, sobre todo por la cercanía con el agua, lo que nos obligó a usar el abrigo a partir de ahora. Después de comer aprovechamos para tomarnos unas fotos. La imponencia del escenario sumado al puente me motivo a buscar la que fue una de mis fotos favoritas del viaje: cruzando el puente con el caballo. Por un momento me sentí como los libertadores en la campaña admirable jaja. El contraste del paisaje con respecto a los días anteriores era sobrecogedor y no me cansaba de admirarlo. Seguimos ascendiendo y en cierto punto tenemos a la montaña a la derecha y al cañon del río por la derecha. Igualmente empezamos a notar el cambio hacia la vegetación de páramo. Los primeros frailejones aparecen en la vía, lo que suma una nueva satisfacción para mi porque era la primera oportunidad que los veía de cerca.

Imponente escenario, me sentía como los Libertadores en el cruce de los andes

Los picos de las montañas que se observan adelante del camino nos señala la proximidad de nuestro destino. El camino angosto cambia por uno más ancho y despejado de vegetación, recordando que la vegetación del páramo es de baja altura. Ya en esta última parte del recorrido nos cae una lluvia intermitente, y debemos colocarnos nuestros ponchos. Finalmente entramos en un pequeño valle donde está ubicada una casa abandonada y en donde haríamos el campamento de esa noche, se trataba del punto de Dos Morritos, que debe su nombre a los picos de las montañas que se observan desde este valle.

Frailejón

Llegando a Dos Morritos, nuestra parada del cuarto día

LLegando a Dos Morritos, con algo de lluvia

Tan pronto llegamos a la casa buscamos refugio en la parte frontal que se encuentra techada. Si bien la casa tiene dueño, se encuentra abandonada y no está en buenas condiciones de habitabilidad. De hecho, cuando llegamos había restos de basura, seguramente de otros grupos que habían pasado por allí, ya que es prácticamente una parada obligada en la vía. Asimismo, es posible acceder a la casa y es lamentable la condición de deterioro. Hacia la parte de abajo de la casa hay un pequeño terreno que da hacia el río, en donde se ubicaron las carpas donde pasaríamos la noche. En mi vida han sido contadas las ocasiones que he dormido en carpa y menos en un páramo, lo cual sumaba otra novedad en mi lista.
Lugar del campamento con las carpas en Dos Morritos


Luego de instalar las carpas, los guías fueron a la casa y usaron un espacio que tenía como fogón para
preparar la cena. Prenden unas leñas y preparan una sopa y luego una carne a la brasa. En eso ya cae la noche y la operación se hacía a la luz de linternas. Nosotros los acompañamos en la habitación aprovechando el calor que proporcionaba el fogón. Esa comida fue muy buena dadas las condiciones. Asimismo, con la luz de las linternas nos dirigimos a las carpas para tomar un sueño reparador tras una exigente jornada. La circunstancia requería una mayor indumentaria ante el frío que nos esperaba: aparte del saco de dormir tenía guantes, gorro, medias, la ropa de dormir, el sueter y otro pantalón encima ja. Recuerden que estamos sobre los 3000 msnm!

Cena hecha a fuego de leña

Los invito a continuar esta travesía en su QUINTA JORNADA

William

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