SEXTO DÍA: Gavidia-Mérida

La mañana de este día la teníamos libre, mientras esperabamos el transporte que nos llevaría a la ciudad de Mérida. Nos sirven el desayuno, con arepas andinas y cuajada, nuevamente ¡qué delicia! y luego aprovecho para arreglar el equipaje para tener todo listo. Luego salimos al pueblo para recorrerlo un poco, en realidad es pequeño y no existen aglomeraciones de construcciones. Más bien aún tienen extensas zonas de vegetación en sus adyacencias. Llama la atención que hay algunas construcciones de reciente data que seguramente proceden del programa de vivienda que maneja el gobierno nacional.

Los puntos a donde se puede llegar desde Gavidia, entre ellos Carrizal de donde venimos.

En otro orden de ideas, cerca de la iglesia se encuentra el centro comunitario, donde realizan las reuniones del pueblo. En ese momento se encontraba un  grupo pertenciente a la asociación de jovenes de montaña, que se encontraban realizando un encuentro en Gavidia. Ellos tenían instaladas unas carpas en un terreno que se encontraba cerca de allí. En la programación de ese día tenían dos talleres, lo cual nos llamó la atención y preguntamos si podíamos participar y nos dijeron que si, pensamos que tendríamos suficiente tiempo hasta que nos tocara el traslado. El taller en que participamos era sobre la preparación para la alta montaña, dictada por un profesor de la Universidad de Los Andes. La primera parte fue de conocimiento del grupo y para la otra parte nos trasladamos a un terreno ubicado como a media hora a pie del pueblo, ya que la ideas era estar en sintonía con la naturaleza. Nos proporcionaron algunos tips sobre cómo llevar el ritmo y ejercicios de calentamiento cuando toque rutina de alta montaña. Lamentablemente no me pude quedar para finalizar el taller ya que era la hora de retorno. Lleguo justo a tiempo a la posada para mi última comida en el páramo y tomar el transporte que nos llevaría a la ciudad de Mérida, pasando por Mucuchies.



Grupo de jovenes de montaña en un campamento en Gavidea

Una vez en la ciudad de Mérida, nos instalamos en una posada en espera de poder comprar el pasaje de retorno a Caracas para el día siguiente. Mientras tanto aprovechamos para dar una vuelta en la ciudad, donde visité el Zoológico de Chorros de Milla, nos comimos un helado en la famosa heladería Coromoto y compré algunos dulces y recuerdos en el mercado municipal de la ciudad.

Este es el final de un otro memorable por nuestra geografía. Afortunadamente existen estas iniciativas como la Andes Tropicales que permite sintonizar con ese pasado y permite a las familias una alternativa para que permanezcan en sus tierras. Una vez más certifico el potencial de nuestro país para desarrollar la actividad turística. No son necesarias grandes construcciones o grandes sumas de dinero, es una cuestión de voluntad. Proyectos como éste son un ejemplo de emprendimiento que puede ser replicado en otras partes del país y cuyo impacto es manejable, toda vez que se desarrolla en áreas protegidas. Ojala muchas más voluntades se sigan sumando para apuntalar nuestro turismo. Mientras tanto seguiremos buscando nuevas experiencias para compartirlas con ustedes, porque andando ando.

Cierro esta travesía con las fotos de estos niños que estaban en una de las posadas, muy simpáticos y que posaron al lente, mostrando esos rasgos típicos de la gente andina con sus cachetes colorados por el frío.



William
Julio 2014

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