Antes del amanecer del día sábado ya estabamos depiertos y listos en la entrada del hotel esperando a la llegada del transporte que nos llevaría hasta el poblado de Santa Ana. A las 5:30 aproximadamente ya estabamos en camino, atravesando la vía que pasa por el itsmo y conecta la península de Paraguaná. Apenas se podían ver a la distancia las luces del complejo refinador de Moruy.
El amanecer lo podemos apreciar al lado derecho de la vía, con unos bellos colores rojizos y azulados. Más adelante con el refloejo del sol alumbrando el paísaje, podíamos apreciar los bosques de cactus y demás vegetación propia de la zona árida. El cerro Santa Ana empieza a vislumbrarse como un elemento dominante del paisaje. Hacia las 7 am, ya estabamos llegando al poblado de Santa Ana, de donde el cerro que vamos a visitar
Santa Ana es un pueblo que data de 1538, originalmente de índios caquetíos, fundado por la orden de los Franciscanos, siendo uno de los poblados más antiguos del país. Su iglesia, constuida a finales del siglo XVIII fue la primera construida en la península de Paraguná, siendo una excelente representación de la arquitectura colonial, siendo declarada Monumento Histórico Nacional.
Llegar a Santa Ana por cuenta propia es algo compicado. No existe una ruta regular de transporte, de hecho los habitantes deben madrugar para tomar el transporte hasta Punto Fijo o trasladarse hasta la conexión con la vía principal para poder tomar un transporte, en un recorrido que puede tomar más de 20 minutos. En este sentido, hacer una excursión como la que estamos describiendo debe necesariamente tomar en cuenta este aspecto. La situación del transporte público se ha ido deteriorando con mayor agudeza en el interior del pais, por las fallas en el suminsitro de combustible.
Apenas pudimos apreciar poco del poblado en lo que rodea a la Plaza Bolivar. A unas cuadras caminando vía al cerro se encuentra el puesto de guardaparques que da acceso al Monumento. Acá debemos indicar que el Cerro Santa Ana está protegido bajo la figura de Monumento Natural, bajo la admiistración del Instituto Nacional de Parques INPARQUES. Fue declarado en el año 1972 y cubre una superficie de 1900 hectáreas. El cerro es la formación montañosa más alta de la península de Paraguaná, con una altura máxima de 830 msnm. Tiene tres picachos, el Santa Ana (el más alto), el Buena Vista y el Moruy. Nosotros nos dirigiremos al picacho Buena Vista que es el del medio y el que tenía la ruta habilitada para el momento.
El Cerro Santa Ana concentra en un espacio reducido diversas características. En las partes bajas predomina el ambiente árido con la flora xerófita, pero en la medida que se va ascendiendo el vedor empieza a aparecer y poco a poco cambia el paisaje hasta llegar a una selva nublada en la parte intermedia del cerro, y luego en la cima con una vegetación menos densa pero adaptada a las fuertes condiciones de viento que se dan en la parte superior. Específicamente, se han identificado cinco pisos bióticos, los cuales están señalizados en el recorrido, permitiendo apreciar estas diferencias.
Una vez en el puesto de guardaparques nos registramos en el libro de visitantes y recibimos una pequeña charla de parte del guardaparques, el señor Alberto Nuñez, un lugareño con una larga trayectoria vinculado con el cerro. Su hijo Jesús Alberto está involucrado en este trabajo y sería el guía de nuestra excursión. Nos tomamos la foto grupal de rigor y empezamos nuestro camino.
Desde este punto el camino es de tierra, esencialmente arenosa. La idea de la excursión es subir bien temprano, para regresar temprano. Al subir temprano no tenemos una fuerte incidencia del sol en la primera parte que es despejada hasta la base del cerro. En esta primera parte del recorrido se pueden observar algunas fincas. Conforme avanzamos empezamos a ascender lentamente y se puede apreciar a la distancia el extenso espacio árido que caracteriza a la peninsula. Los cactus abundan en esta parte del recorrido.
Luego de unos 20 minutos aproximadamente llegamos a una caseta con lo que era un cartel informativo, pero la inclemencia del clima lo ha deteriorado. Más adelante se encuentra una especie de portón que sería como el acceso oficial del monumento. Visto de cada vez más cerca se observa la magnificiencia de la formación aunque estaba nublado lo que impedía ver de momento su punto más
alto.
En lo que sigue de este recorrido ya estamos en lo que se ha caracterizado como los pisos bióticos. El primer piso, que hemos estado pasando hasta el momento es el denominado Xerofítico entre los 100 y 200 msnm, en la que predomina el bosque espinar, con una temperatura promedio de 38°C. Este sector es muy despejado con un plano en ascenso. Según el cartel el recorrido hasta el otro punto es de 350 metros con una duracion de 45 minutos.
Cuando llegamos al segundo cartel, hemos llegado al segundo piso biótico que va de los 200 a 320 msnm. Acá se caracteriza por el bosque deciduo, con la bromelia como una de las especies representativas, y es el hábitat de aracnidos y repitles, tales como la famosa araña azul. En esta parte del recorrido hay abundancia de piedras y es más sinuoso el ascenso. En esta parte cerca del cartel hay unas piedras que tienen unos petroglifos, los cuales pasan inadvertidos si no es por la indicación del guía. Los petroglifos corresponden a imágenes grabadas sobre la piedra por antiguos habitantes de la región, aunque lamentablemente tienen algunos daños, además de estar muy expuestos al ubicarse en pleno camino.
Progresivamente vamos avanzando cuando luego de casi cincuenta minuto de recorrido de repente nos hemos internado en un bosque, dejando atrás la visual del valle desértico que teníamos hace un momento. Vamos pasando entre el follaje abundante y por piedras por lo que se debe ir con cuidado. En un punto nos encontramos con dos grandes piedras que se denominan las dos comadres, por un leyenda local.
Una vez que pasamos estas piedras hemos llegado al tercer piso biótico, el tropical humedo, que va de los 320 a los 512 msmn, cuya vegetación caracterísitca es la selva nublada. La temperatura promedio es de 23°C lo que se nota por la frescura y la sombra que proveen los árboles. Algunas especies de fauna que se pueden encontrar son roedores como el ratón mochilero, lo que nos informa un letrero que aún se conserva en relativo buen estado. En este punto el camino es más estrecho y hay que ir con cuidado para evitar resbalarse o golpearse con las piedras.
Cuando pasamos de un piso biótico a otro la diferencia es notable y eso se refleja claramente en este piso que vamos transitando de la selva nublada, donde la vegetación es abundante y te arropa, en un total constraste con lo que veníamos observando. Podría decirse que perfectamente estaríamos en un bosque del cerro El Ávila o del parque Henri Pittier. Este verde apabullante nos hace valorar esta joya natural de la península, y que además es una de las principales fuentes de agua de la zona. En un punto del camino nos encontramos con un tremendo arbol rodeado de lianas, y hasta nos atevimos a usar una de columpio tal como Tarzán. Durante este recorrido hicimos algunas pausas para descansar porque a pesar de que el clima era agradable, era un poco más exigente físicamente por las subidas y eso que no habiamos visto lo que nos esperaba al final. En este punto algunos compañeros deciden retirarse porque no se sentían aptos para continuar.
Es preciso especificar que cuando se hace una ruta de esta naturaleza es conveniente ir bien informado sobre las condiciones de la ruta para ver si están adaptadas a la condiciones físicas del participante. Si el organizador te dice que es una ruta exigente, es conveniente abstenerse o preparse con tiempo de antelación para poder disfrutar de la experiencia sin mayor inconveniente.
Por esta parte de la zona nublada hemos transcurrido un poco más de una hora por las paradas que habíamos mencionado. Hacia la parte final empieza un ascenso más pronunciado que nos conduce al cuarto piso biótico, la zona pseudo paramera, que va de los 512 a los 630 msnm. La vegetación característica es el matorral antillano, con una temperatura promedio de 21°C. El tiempo de recorrido estimado hasta el quinto y último piso es de 25 min. Nuevamente se demuestra el cambio en el ambiente cuando de la selva empezamos a ver nuevamente el horizonte y la visual es simplemente espectacular. Acá se empieza a sentir la imponencia del viento, que es uno de los elementos que hace que la vegetación de este punto sea más baja.
Y mientras más ascendiamos más vertical se hacía la ruta, a tal punto que había que agarrarse de mano en algunos puntos para apoyarse y subir. En eso llegamos a un claro donde realizamos una parada larga para descansar y almorzar. Se puede sentir claramente como el viento pasa con fuerza por la montaña. Nos acercamos a una saliente que tiene una visual excelente del lado de donde veniamos y nos tomamos varias fotos. Luego comimos un refrigerio y nos dispusimos rapidamente a seguir la última parte del ascenso. Si lo que habíamos subido ya era algo fuerte esperen ver lo que viene a continuación.
Para llegar a la zona más alta del cerro hay que encaramarse con una cuerda literalmente. En esta parte hay como cinco tramos en los que han dispuesto de una cuerda para ayudar en la subida, porque el terreno es como arcilloso y tiende a ser resbaladizo. Las cuerdas se mantienen en buen estado, aunque de todas maneras el equipo organizador llevó otro grupo de cuerdas para complementar. Llega un punto en que sientes como que no vas a seguir pero la emoción de estar cerca de la cima te impulsa a avanzar y afrontar un poco el temor.
Como habíamos dicho nuestra ruta llegaba al picacho Buena Vista que está por debajo de los 800 msnm. Era el mediodía cuando llegamos a la esta parte tras un poco más de cuatro horas de recorrido. Una vez que llegas allí la emoción es indescriptible, por un lado una visual de casi 360 grados que se proyecta a lo largo y ancho de la peninsula si está despejado inclusive hasta las islas de Aruba y Curazao. Por otro lado está ese viento que te golpea incesantemente y debes estar prevenido para no caerte porque el espacio es reducido, apenas es la roca con algo de grama. Aprovechamos a tomarnos varias fotos individuales y en grupo, incluso con la bandera en ese simil de sensación de conquista. No tardamos más de 15 minutos cuando ya nos tocaba emprender el camino de regreso por la misma ruta. Como dice el dicho, todo lo que sube tiene que bajar.
En la primera parte del descenso, si de subida era de cuidado, de bajada era aún más porque te podías resbalar. Menos mal están las cuerdas que ayudan bastante en este aspecto. Luego de allí la bajada fue más rápida hasta que llegamos al primer piso biótico, y allí empezamos a padecer un poco de la dureza del clima. Eran como las 2 de la tarde y estaba bien soleado en ese camino árido y despejado, las últimas reservas de agua las agotamos en esta parte. Acá valga decir que es importante llevar una buena provisión de agua, no tanto por el ascenso como para el descenso por lo que acabamos de contar.
Hacia las tres de la tarde llegamos nuevamente al puesto de guardaparques y aprovechamos para deletarnos con unas tetas. No es lo que ustedes piensa jaja. Se trata de unos helados fabricados artesanalmente y que se guradan en unas bolsitas de plastico asemejando la forma de una teta porque justamente se debe abrir un piquito para chupar el helado, pero que cayó muy bien en esta hora tan calida. Esperamos a que llegara el resto del grupo, agradecimos al guía, que habia realizado una labor excelente, y nos dispusimos a abordar el trasnporte que nos llevaria de regreso a Coro.
Durante el retorno pudimos apreciar el paisaje que apenas vimos en la mañana. Ese paisaje desértico, espacios amplios y la montaña imponente y como referente visual en todo momento pero que veiamos aljearse lentamente. Llegamos a los medanos que habían invadido un poco la vía pero que logramos pasar sin mayor contratiempo. Al mismo tiempo observamos en el medio de la vía unos grandes tubos, que forman parte del nuevo acueducto que llevaría agua a la península, lo cual es uno de los grandes padecimientos de la zona. De hecho en Santa Ana apreciamos como los locales se dirigían a un punto para recoger el agua que viene desde el parque. En algún momento se construyeron unas cajas de agua para el almacenamiento de este vital líquido.
A las cinco de la tarde aproximadamente estábamos de vuelta en Coro. Tras bañarnos y tomar un breve descanso nos fuimos a comer algo en donde habíamos ido la noche anterior. Al día siguiente bien tempranito ya estabamos en el terminal para realizar el retorno a nuetros respectivos lugares de origen.
Así pues culmina esta espectacular experiencia. De verdad que el Cerro Santa Ana es una joya de la naturaleza porque en ese pequeño espacio cocentra una diversidad climática, vegetación y fauna que dificilmente puede encontrarse en otras partes del país. Esperamos que se siga manteniendo, que se recuperen las señaléticas y se hagan las demás adecuaciones para preservar este espacio para las futuras generaciones. Si tienen un chance para acercarse al Estado Falcón un fin de semana el cerro Santa Ana debería estar incluido en su itinerario.
Agradezco a Italo Sabatino y al equipo del Club de Aventuras al Aire Libre por la organización de esta excursión.
Espero hayan difrutado este relato y nos vemos en una próxima aventura
William
Agosto 2020
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