Segunda parte: La excursión al Cerro Autana

Ya en la primera parte rememoramos la travesía para llegar a Puerto Ayacucho, el punto de encuentro. Ahora relataremos la excursión como tal, durante los tres días que duró la misma. 

Primer día: Puerto Ayacucho, Puerto  Samariapo, Primer campamento

Nuestro guía, Tito, pertenece a la etnia indígena de los piaroa, habitantes de esta zona y junto con algunos miembros de su familia prepara excursiones para diferentes partes del estado Amazonas. Esto es un aspecto interesante porque constituye una alternativa de sustento para las comunidades de la zona, al ser operado por ellos mismos. Una vez nos encontramos con él en el terminial, nos dirigimos a buscar al resto de los  intergantes de la excursión, para un total de 11 personas provenientes de Caracas, Valencia y Maracay.  Desde Puerto Ayacucho fuimos en un pequeño autobus desde Puerto Ayacucho hasta Puerto Samariapo. Vale decir que en lo poco que pudimos recorrer de Puerto Ayacucho no encontramos mayor atractivo, salvo unas piedras negras grandes que se ubican en diferentes partes de la ciudad y que son características de la zona. 

Piedra de La Tortuga
La carretera que conduce hasta Puerto Samariapo es el único camino terrestre asfaltado en el Estado Amazonas desde Puerto Ayacucho. A lo largo de esta vía se pueden apreciar más de estas formaciones rocosas, siendo especialmente llamatica una de gran tamaño conocida como La Tortuga, porque precisamente dependiendo del ángulo que se le mire se parece a dicho animal. También por esta vía se puede acceder al Tobogán de la Selva y se pueden observar algunas comunidades indígenas. Ojo que cuando nos referimos a los indígenas en esta zona no son precisamente aquellos con taparrabo, arco y flecha, más bien yua se encuentran adaptados a la cultura "criolla". Asimismo, se pasan por dos alcabalas de la Guardia Nacional en la que nos detenemos brevemente para que el el guía muestre los permisos del viaje y atienda la información que requieran los funcionarios. Tras una hora de recorrido llegamos a Puerto Samariapo, ubicado en la ribera del Río Orinoco, desde donde se toman las lanchas para dirigirnos a Cerro Autana. La carretera termina un poco más adelante. 

Puerto Samariapo
Puerto Samariapo tampoco tiene mayor atractivo que digamos, más bien es rústico, con varios comercios dispuestos sin aparente organización. Adicionalmente, hay una sensación de que algo raro pasa en el ambiente, sobre todo cuando el guía nos dice que preferiblemente no tomemos fotos del lugar. Recordemos que estamos cerca de la frontera con Colombia y es susceptible que la zona se preste para actividades como el contrabando. Tras ubicar la lancha, hacemos unas compritas de último minuto, ya que luego de allí no veremos más civilización dentro de un buen rato jaja. 


El grupo partiendo a la aventura

Partimos de Puerto Samariapo y ya estamos sobre el grandioso Río Orinoco en su paso por el estado Amazonas. En esta instancia es el principal vaso comunicante hacia el resto del estado, a excepción de la vía aerea para las áreas remotas. A lo largo del recorrido se pueden apreciar los hitos fronterizos. Así es, en todo el frente tenemos a la hermana república de Colombia. Asimismo, vemos varias embarcaciones subiendo o bajando el río, algunas de las cuales resultaban llamativas porque iban cargadas hasta con 10 barriles de combustible de 200 litros cada uno, entendemos que va con destino a las poblaciones distantes, aunque siendo territorio fronterizo no sabemos.

Navegando sobre el Río Orinoco


Trasnortando combustible

Confluencia Ríos Orinoco (marrón) y Sipapo (oscuro)
 Luego de navegar por un poco más de media hora y apreciar como la naturaleza se impone cada vez más en nuestras retinas, llegamos a un punto donde confluye la salida del río Sipapo, que posee un color oscuro, y el río Orinoco, con su característico color dorado. En este punto se puede apreciar que las aguas no se mezclan debido a las diferentes densidades de sus componentes, generando un espectáculo visual. Desde acá nos despedimos del río Orinoco y nos adentramos hacia la selva a través del Sipapo. Varias formaciones rocosas se pueden apreciar en el recorrido, así como la belleza de la vegetación que circunda el río, que tiene un recorrido en forma de serpiente, ya que tiene muchas curvas. Asimimismo se puede apreciar una que otra ave, aunque por el ruido de los motores cada vez es más dificil ver animales. Según nos contaba, hasta se podían apreciar toninas o delfines de río.

Paradero en Rio Sipapo
Trascurridas cerca de dos horas tomamos un pequeño refrigerio en la lancha y nos detenemos en una playa para darnos un baño y refrescarnos un poco. Afortunadamente la lancha en que ibamos tenía techo, lo que hacía más agradable el paseo. En la playa pueden apreciarse de cerca estas grandes piedras qye venimos observando por todo el recorrido y no se escapa la tentación de jugar con la camara para la toma de fotos. Una vez refrescados retomamos el recorrido hasta que de repente en el horizonte empieza a mostrarse una imponente formación montañosa, que es nuestro destino: el Cerro Autana. La emoción de ver por primera vez a la mole genera actividad en la lancha, donde todos buscaban ponerse en la punta del bote para fotografiarse con ese bello fondo. Una breve pero pertinaz lluvia hace que busquemos algo con que protegernos del agua, lo que nos recuerda los repentinos cambios que puedes experimentar en esta región.




Cerro Autana a la vista

 Finalmente, ya hacia el final de la tarde llegamos al campamento donde pasaríamos la primera noche. Esta sobre un pequeño terreno, en el que hay dos grandes ranchos con techo de paja, con el estilo de construcción indígena; uno de los ranchos es destinado para colgar las hamacas y el otro para el comedor. Apartada un poco se encuentra una pequeña choza con una letrina que se usa como baño. 

La cena: Curvina frita con arroz y ensalada
Una vez descargadas las cosas, Tito y sus ayudantes comienzan con el montaje de las hamacas y de la preparación de las cosas para la cena. Mientras tanto, nosotros aprovechamos para darnos un baño en el río. Acá ya se empieza a sentir que te encuentras en una experiencia de selva, porque ya sientes las picadas de los mosquitos, así que debes tener un repelente a la mano.Posteriormente nos reunimos en el comedor y empezamos a comentar lo ocurrido en el dia, mientras esperamos la cena. Tito estaba preparando una curvina frita, acompañada de arroz y ensalada. La comida estuvo mundial, sobre todo por el pescado que tenía suficiente carne, estaba jugoso y no tenía muchas espinas. 

Terminada la comida el grupo conversó un rato más y algunos se dirigieron a dormir, en tanto un grupo nos dispusimos a jugar con nuestras cámaras para experimentar la fotografía nocturna. En esa noche había luna casi llena, por lo que había buena iluminación, además el cielo estaba algo despejado y se podía apreciar las estrellas como nunca las veríamos en una ciudad. Asimismo, se suponia que esa noche pasaría una lluvia de estrellas fugaces pero era más tarde de lo que yo podía esperar despierto. Sin embargo, con las tomas que pude hacer dado el limitado conocimiento que tengo de la camara me sentí muy conforme. 

Jugando con la cámara

 
Captando el cielo desde el Amazonas, una noche de estrellas con luna casi llena

Estrellas en el Amazonas

Casi me caigo en el primer intento
Muy pocas veces he dormido en hamaca y el ejercicio de subirte a la hamaca con el mosquitero puede ser algo engorroso al principio, pero después de estar arriba ya es cuestión de acomodarte y conciliar el sueño, aunque no será lo mismo que dormir en tu cama. Pero que va, estamos en el medio de la selva y la idea es pasar una experiencia diferente, aún cuando no estén las comodidades que acostumbramos. Pasamos la noche relativamente bien, aunque escuchamos algún concierto de ronquidos jaja.



Segundo día: Campamento Ceguera, Mirador del Cerro Autana

En el amanecer del segundo día, a eso de las 6:00 am nos levantamos para tomar algunas fotos. Para los entendidos en fotografía es una recomendación aprovechar las horas del amanecer y atardecer debido a que se dispone de las mejores iluminaciones, sobre todo cuando se trata de paisajes. En efecto tomo mi cámara y me dirijo al mirador que tiene el campamento con vista al río. En ese momento posaba sobre la vegetación una neblina que generaba un efecto mágico sobre la panorámica, tal como si tratara de una película de misterio o fantasía, de verdad alucinante.


Neblina al amanecer



Luego volvemos para cambiarnos de ropa, empezar a recoger las cosas y tomar el desayuno. Huevos revueltos, pan con mermelada, galletas y cafecito. Mientras tanto aprovechamos para recargar las baterías de las cámaras con una pequeña planta que llevó Tito, si bien siempre es sugerible llevar baterias de repuesto en caso de no contar con esta facilidad.


En esta mañana también apareció una niña de 6 años que tuvo protagonismo en lo que resta del viaje: Yolibet. Ella pertenece a la comunidad de la zona y se encontraba en el campamento junto con otro niño inteactuando con nosotros. Debo decir que era una niña "muy pila" como diríamos por acá porque no tenía pena para preguntar o requerir algo de nosotros. Previo al viaje nos recomendaron llevar dulces o regalos para la gente de la comunidad, y yo pensé en llevar unos dulces y una pelota. Yo tenía la pelota cerca de mi equipaje y la niña estaba muy curiosa por ella. Vista su efusividad y empatía me pareció propicio regalarsela e inmediatamente se prestó a jugar.





Al finalizar el desayuno, el guía nos conduce por un sendero que lleva a la comunidad indígena que se ubica en las cercanías. Era aproximadamente media hora a pie, pasando por un bosque hasta que de repente salimos a un claro con cultivos de yuca y piña, lo cual era el indicativo que habíamos llegado a la comunidad. La yuca es uno de los principales insumos para la dieta de los locales, con lo que hacen productos como el mañoco. Me llamó la atención el tamaño de las piñas, que eran más grandes y alargadas de lo que la conocemos normalmente. Posteriormente las probé y se trataban de una de las piñas más dulces y jugosas que haya comido en la vida...lo certifico.


Piña amazónica
Caminos un rato por la comunidad, observando los detalles de las construcciones, aunque parecia que casi había gente ese dia. Tras este breve parada retomamos el viaje en lancha con destino a nuestro próximo destino: la comunidad Ceguera. Al igual que el día anterior, la visual de vegetación a los lados del río se mantenía. En cierto punto abandonamos el río Sipapo y entramos en el río Autana, lo que nos indica la cercanía con nuestro destino. Se trata de un río más angosto y sinuoso que los anteriores, lo que hacía que el conductor de la lancha se detuviera con más precaución en la curvas ya que son más cerradas. Asimismo, se podía apreciar el uso de trampas para capturar peces, consistentes en cuerdas con señuelos que colocan a los lados del río. También presenciamos mayor presencia de locales usando canoas construidas en madera a remo.

Comunidad Mavaco


A medida que avanzábamos el cerro Autana se mostraba más cercano y nos hacía sentir su imponencia. El hecho de ver sus contadas apariciones en la travesía nos hacía distraer del cansancio que empezaba a pegar, como si se tratara de algo calculado.
El Autana cada vez más cerca


Al final de un recorrido de aproximadamente 4 horas desde el primer campamento llegamos a la comunidad de Ceguera, desde donde se puede obtener una de las visuales más cercanas al Cerro Autana, hemos llegado a nuestro destino.

Comunidad Ceguera, Estado Amazonas

Cerro Autana, el Arbol de la Vida 

El Cerro Autana, conocido como Wahari-Kuawai, “el árbol sagrado de los frutos del mundo” o Kuaymayojo en la lengua piaroa, es un tepui declarado Monumento Nacional por el Estado Venezolano en 1978. Tiene una gran significación para los indígenas piaroa y jivi, habitantes de la zona, en virtud de contener un carácter sagrado.

Cerro Autana, visto desde la comunidad Ceguera


Cerro Autana, foto tomada de Internet
El Cerro Autana es un afloramiento de areniscas cuarzosas, que pertenece a la Formación Roraima del Precámbrico Inferior, con la forma característica de mesa que presentan los tepuyes (Brewer-Carías 1976, Fundación Terramar 1993, MARNR 1992, MARNR-ORSTM 1988). Alcanza una altura de 1.250 msnm y tiene aspecto general alargado con orientación norte-sur, con una extensión total de 2.250 m en su eje mayor y un ancho de 400 m (Brewer-Carías 1976). Consta de dos partes bien definidas y separadas por una falla, que han sido denominadas por diferentes autores como “Monolito Norte” y “Resto Sur” (Colveé 1973), o como “La Torre” y “Porción Sur” (Brewer-Carías 1976). La Torre o Monolito Norte tiene
una cima de forma elipsoidal con una superficie casi plana en forma de mesa (Colveé 1973, Brewer-Carías 1976). Fuente: http://www.oas.org/dsd/AAPAD2/Docs/Estado%20de%20Conservacion%20Monumento%20Natural%20Cerro%20Autana.pdf

Cerro Autana desde el cielo. Foto: Charles Brewer Carias
Una leyenda contada por un indígena Piaroa cuenta que al principio el dios Wahari dispuso que nadie debía
trabajar y que todos los frutos, nueces y raíces se encontrarían en el Wahari-kuawai o “Árbol de los Frutos del Mundo”. Así vivieron los hombres antiguos hasta que una ardilla golosa, el tucán de pico largo y el pájaro carpintero, que fueron antepasados de los hombres actuales, se empeñaron en tumbar el árbol Wahari-kuawai para no tener que recoger más su comida. Estuvieron cortándolo durante mucho tiempo y cuando al fin lograron tumbarlo, se pudrieron todos los frutos y sus ramas gigantescas cayeron hacia el río Cuao, donde están ahora las tierras más fértiles y los restos del tronco se convirtieron en montañas que bloquearon los ríos y provocaron inundaciones y represas por todas partes. Como en una de estas represas quedó atrapado un pez payara de grandes colmillos (Raphiodon sp.), que es el más saltador de todos, al tratar de escapar de su encierro le pegó varias veces con la cabeza al tocón del árbol Wahari-kuawai, que ahora se llama Kuaymayojo (cerro Autana), por lo que en ese lugar de la montaña aún se pueden ver los huecos que hizo la Payara antes de atravesar el cerro y formar la cueva que hay allí. (Fuente: http://www.recreaciondelser.com/imptrav.php?IdTrav=10)

El Autana se distingue de las demás formaciones montañosas de la zona por su estructura casi vertical, razón por la cual su connotación con un árbol. Esto genera un atractivo que suscita el interés por conocerlo así sea de manera contemplativa. Los indígenas no consienten el ascenso al cerro dado su carácter sagrado, si bien se conoce de grupos que lo han realizado en a través de ascenso en rapel o helicóptero, con ciertos perjuicios para el ecosistema del lugar. Resulta interesante saber que en el cerro Autana se encuentra una cueva que la atraviesa de lado a lado, a través de la cual pasó el helicoptero "La Guacamaya", en una hazaña de alta dificultad técnica.

Hacia la izquierda del Cerro se encuentran dos elevaciones que se pueden apreciar desde la comunidad de Ceguera. La del medio es usada como un mirador desde donde se puede apreciar una mejor visual del Cerro Autana. La otra es el cerro Wahari, cuya formación curiosamente se asemeja a la del perfil de una persona. De acuerdo a la leyenda piaroa, se trata del Dios Wahari. El conjunto de la tres formaciones generan una panorámica impresionante, la cual es enriquecido por la connotación que le dan las leyendas indígenas.

Panorámica de los cerros vistos desde la comunidad Ceguera

Continúa la Excursión

Una vez que llegamos a la comunidad, ubicamos las cosas en el rancho que tenían para nosotros y nos apuramos a tomar nuestras primeras imágenes, aprovechando que se encontraba despejado. Asimismo, nos bañamos en el río para apaciguar un poco el calor, mientras esperamos el almuerzo. Los más osados se lanzaron desde una especie de tobogán que se forma con la corriente del río, yo quedé con eso pendiente jaja. Por otro lado, acá nos dimos cuenta lo que nos habían dicho anteriormente, que los insectos iban a a ser más "amables" con nosotros. En realidad son unos mosquitos casi imperceptibles pero pican como si fueran grandes jaja.


Comunidad Ceguera
El almuerzo fue una ensalada de pollo, con papa y zanahoria. Al terminar, hicimos una caminata por un sendero hacia que pasaba por la comunidad que hay detrás del campamento. Fue curioso ver que tanto en la primera comunidad como en esta casi no se apreciaba la presencia de gente, siendo que no se encontraban al momento o no salían de sus casas, pero la realidad es que en cada comunidad habitan al menos 50 personas. Al final de la comunidad se ubica una planta eléctrica que se supone le brinda el servicio a los habitantes pero que actualmente se encuentra dañada. Una vez que pasamos la comunidad nos adentramos en el bosque por un camino que apenas se puede reconocer por lo que hay que ir con un guía. Acá la sensación de humedad puede dejarte sin aliento pero es algo tolerable, ya que más adelante se abre un claro y el camino es más agradable.

Llegando al mirador
En una hora de camino aproximadamente llegamos a un sitio donde empiezan a verse unas grandes formaciones de roca, las subimos y al final nos encontramos con un mirador natural hacia el cerro Autana. La mirada desde acá es alucinante, porque bajo esas piedras lo que observas es puro bosque, que se extiende como una gran alfombra alrededor de los cerros. Si de energías y temas espirituales se trata, este es un sitio donde puedes desarrollar estas sensaciones ante esa elocuente exhibición de la naturaleza. Para los amantes de la fotografía también es un punto para desarrollar la creatividad y registrar estas manifestaciones espirituales. Una breve llovizna casi nos impide continuar con esta experiencia, pero nos brindó el tiempo para una suficiente contemplación. Al retornar al campamento nos damos el baño final del día. Vale decir que se debe tener la prevención de entrar al agua porque la orilla no es precisamente de arena sino de roca y en la parte que ingresa al agua es algo resbalosa por la formación de un musgo.

Momento de contemplación

Tal como el Dios Wahari


Payara cocinándose
En ese interín, Tito se encuentra preparando la cena. A un lado del comedor tenía una especie de fogón de leña donde estaba cocinando unas payaras envueltas en hoja de moriche. Mientras veo la preparación aprovecho para consultar a Tito sobre la operación del turismo. Me cuenta que ya lleva cinco años dedicado como operador turístico, con la gente de la comunidad, para lo cual ha contado con el apoyo de la gobernación en aspectos como la adquisición de la lancha y el motor. Asimismo, que ha recibido capacitación para realizar atención al público. Además de la excursión al cerro Autana, Tito también organiza excursiones a otros sitios del estado Amazonas, como el Lago Lepoldo o la Piedra del Cocuy, que representa una triple frontera entre Venezuela, Colombia y Brasil.

Payara
Llega la hora de la cena y la hora de disfrutar esas payaras que llevan rato cocinándose. Es la primera vez que veía y comía este pescado, y me impresionó por lo grande que es. Estaba relleno con un tomate y cebolla, y abrirlo fue toda una operación, aunado a que es un pescado con muchas, pero muchas espinas, unas del tamaño de una pinza ja. Durante la cena nos acompañaba una muchacha indígena con un bebe, siendo una de las pocas mujeres indígenas que habíamos visto en el viaje. La gente del grupo trató de interactuar con ella pero se veía que no manejaba bien el español. Para finalizar, esa noche esperábamos contar con un cielo estrellado como el día anterior, pero más bien estuvo nublado, lo cual no nos impidió a seguir desarrollando la creatividad con nuestras cámaras. Después de un rato de conversa grupal nos disponemos a descansar hasta el día siguiente.





Tercer día: Retorno a Puerto Ayacucho, fin de la excursión

Nos levantamos bien temprano como el día anterior para tomar unas fotos del amanecer, y también se encontraban ya activos con sus cámaras los compañeros del otro grupo que pertenecían a una escuela de fotografía. El sol ascendía por la derecha del cerro Autana y nos ofreció un juego de luces que pudimos captar con nuestros lentes. Esperábamos que se despejara un poco más para captar el cerro Autana, pero como decimos en criollo "se le pegaron las sabanas" ya que estaba totalmente arropado por las nubes; solo una que otra aparición, pero bueno, eso es parte de la realidad y magia de esta zona.

Amanecer en comunidad Ceguera

Al Autana se le "pegaron las sabanas"



Testimonio de que los mosquitos dejaron su recuerdo

Arepita frente al Autana
Desayunamos unas arepas, que ante la escasez de harina que se producía en en estos días nos hacía sentir privilegiados de esta comida en esta escenografía. Como diría el comercial "Comer Arepas frente al Autana no tiene precio". Asimismo, fue momento para recoger nuestras cosas y prepararnos para el retorno. En esos momentos finales aparece en escena una mujer indígena con sus hijos, presta a lavar ropa en el río, lo cual fue el foco de atención para las cámaras.

Mujer indígena


8:30 am lancha con destino a Puerto Ayacucho, saliendooo. El retorno fue por la misma ruta en que nos vinimos, solamente hicimos dos paradas. Una en la comunidad Mavaco, donde Tito buscó unas provisiones, incluyendo unas ricas piñas que comimos con gusto. Aca aparece nuevamente Yolibet, la niña indígena, que nos acompaña hasta el final del recorrido. La segunda parada fue en la playa del río Sipapo, donde se armó una competencias de clavados desde una roca; siendo cómico poder registrarlo con las cámaras usando la función de alta velocidad. En el resto del recorrido, algunos compañeros aprovecharon para armarse un espacio en la lancha para tomarse un "camaroncito" porque el camino sería largo. Por mi lado aproveché para seguir registrando escenas con mi cámara. Igualmente disfrutaba ver como la Yolibet jugaba con los compañeros de viaje, incluyendo lecciones en lengua piaroa.


Parada en Río Sipapo
Yolibet trayéndonos unas piñas


Echando un camaroncito

Yolibet jugando

En cierto momento, la velocidad de la lancha disminuye y es que Tito se prestaba a realizar el almuerzo en la lancha, para lo cual usó una bombona y cocinita a gas que tenía para este fin. Una pasta con carne y plátano sancochado fue el menú de este servicio "on board" sobre el río, una nueva experiencia. Cuando son las 3 y media de la tarde aproximadamente llegamos a Puerto Samariapo, donde unos carros nos esperan para llevarnos a Puerto Ayacucho. Es el momento para una última foto de grupo y para despedirnos de Yolibet y las personas que ayudaban a Tito. Este seria el final oficial de la excursión.


Comida a bordo

Una vez en Puerto Ayacucho nos trasladamos a la Posada Turística Manapiare, donde pasaríamos la noche, ya que a esa hora no había disponibilidad de transporte de retorno para Caracas. Pagamos una habitación entre cuatro personas, aprovechamos para contactarnos con nuestras familiares y darnos una ducha. La posada es acogedora, cuenta con 28 habitaciones con aire acondicionado. Lo curioso es que las habitaciones en vez de ser numeradas, tienen el nombre de algún animal, como por ejemplo la habitación mosquito, o la habitación lapa jaja. Había la intención de comer en un sitio donde sirvieran comida tradicional de la zona, incluyendo cacería, pero nos informaron que el restaurant que ofrecia ese tipo de comida ya no estaba trabajando, así que optamos por el menú del restaurant de la posada, que ofrece sandwiches, ensaladas, así como platos a la carta. Esperamos a otra parte de los integrantes del grupo que se hospedaban en otra posada y, con una caja de frías, hicimos un compartir que representó un momento de relax y risas y el cierre de esta inolvidable experiencia.

Última foto en grupo, en Puerto Samariapo

En los siguientes mapas podrán apreciar la ruta que hicimos para llegar desde Puerto Ayacucho hasta Cerro Autana (marcado en rojo)


Para finalizar, les regalo esta imagen del Cerro Autana de noche


En realidad se trata de una edición digital, ya que lamentablemente no pudimos tener esa fortuna en la noche que estuvimos en el campamento Ceguera. No obstante, el cielo estrellado si corresponde a una toma que se realizó desde el primer capamento. Por lo menos no perdimos la ilusión de imaginar esta escena.

Hasta acá llega nuestro relato de los tres días de excursión, en la tercera parte relataremos nuestra jornada de retorno, síguenos...

Tercera parte: el retorno a casa

William
Diciembre 2013

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